Qué oportunidades y riesgos ofrecen los inversores
La diversificación de la cadena de suministro abre oportunidades a varios niveles. Primero, los procesadores de materias primas —productores de litio, níquel y cobalto— pueden beneficiarse si los fabricantes occidentales buscan asegurar insumos fuera de las rutas tradicionales. Albemarle, por ejemplo, figura entre los actores clave para quienes buscan exposición a la cadena de valor del litio.
Segundo, fabricantes de celdas y módulos fuera de China, como Samsung SDI, podrían cobrar una prima por ofrecer producción en países aliados, una práctica conocida como friend‑shoring. Tercero, los innovadores tecnológicos y proveedores de equipos de producción, como Applied Materials, son candidatos naturales para beneficiarse del escalado de capacidades en Norteamérica y Europa. Por último, empresas focalizadas en soluciones de almacenamiento —pensar en Fluence para proyectos a escala de red o Enphase para residencial— pueden recoger la demanda tanto en utilities como en clientes domésticos.
No todo es blanco. ¿Cuáles son las zancadillas? La ventaja de costes por escala de los fabricantes chinos puede presionar márgenes de nuevos competidores, y la rápida evolución tecnológica (por ejemplo, nuevas químicas o baterías de estado sólido) puede volver obsoleta una inversión antes de que alcance economías de escala. Además, el despliegue exige capital a largo plazo: años de inversión antes de ver retornos estables.
La volatilidad de precios de materias primas y los cambios regulatorios añaden capas de riesgo. Las políticas públicas que hoy incentivan la producción local podrían revertirse, y los proyectos internacionales enfrentan retos logísticos al transicionar a una cadena más diversificada.