Por qué apostar por la infraestructura de IA
La valoración secundaria de OpenAI en 500.000 millones de dólares ha encendido los focos sobre la inteligencia artificial. Vayamos a los hechos: el dinero no solo fluye hacia empresas de software; fluye masivamente hacia la infraestructura que hace posible esos avances. Esto significa que, para inversores con visión de largo plazo, la exposición a los "picos y palas" —semiconductores, centros de datos, memoria y equipos de red— ofrece una vía menos dependiente del “ganador” final del ecosistema.
La demanda de computación para entrenar y servir modelos de IA es, sencillamente, colosal. Entrenar un modelo grande o escalar inferencias en producción no es un problema de algoritmos únicamente; es un problema de hardware y de potencia eléctrica. ¿Quién se beneficia si todas las empresas de IA comparten la misma necesidad? Los proveedores de chips especializados, las fundiciones que los fabrican y los fabricantes de equipos de litografía y centros de datos.
Empresas como NVIDIA (NVDA), TSMC (TSM) y ASML ocupan posiciones dominantes en esta cadena de suministro. NVIDIA ha convertido sus GPUs en estándar de facto para entrenamiento y aceleración, con un ecosistema software que refuerza su ventaja. TSMC provee la capacidad fabril avanzada que pocos pueden igualar, y ASML fabrica las máquinas de litografía EUV imprescindibles para producir chips de vanguardia. Invertir en estos nombres equivale a poner dinero en las rocas y herramientas del buscador de oro, no en la apuesta por una sola pala.