Por qué las empresas de verificación de identidad importan para el inversor
La economía digital necesita confianza. Sin ella, pagos, onboarding y servicios remotos se detienen. Vayamos a los hechos: el fraude digital cuesta alrededor de 48.000 millones de dólares al año, una cifra que equivale a unos 44.000 millones de € y que explica por qué las soluciones de verificación de identidad están en la agenda tanto de bancos como de grandes plataformas digitales. Esto significa que estamos ante una demanda estructural y persistente, no una moda pasajera.
La proliferación de deepfakes y herramientas de IA que generan suplantaciones sofisticadas eleva el listón tecnológico. ¿Cómo distinguir una identidad real de una falsificación generada por IA? Las empresas especializadas desarrollan algoritmos de detección de manipulación, análisis biométrico y comprobación documental que se vuelven imprescindibles para prevenir pérdidas y proteger reputación. En sectores como la banca móvil, fintech y comercio electrónico —ámbitos muy relevantes en España y en Latinoamérica— la verificación remota ya forma parte del flujo operativo: desde abrir una cuenta en un neobanco hasta autorizar transacciones de alto importe.
Regulación que impulsa gasto
Otro aspecto decisivo es la regulación. Mandatos como KYC, las normas contra el blanqueo de capitales y la reciente Ley de Servicios Digitales de la UE crean obligaciones concretas para verificar identidades. En España y en varios países de América Latina, los marcos regulatorios también exigen controles cada vez más rigurosos, lo que transforma la verificación en un gasto obligatorio y recurrente para empresas de todos los tamaños. Esto aporta previsibilidad a los ingresos de los proveedores.
Modelos de negocio y barreras de entrada
Los modelos suelen ser por suscripción o por transacción, lo que proporciona escalabilidad y visibilidad sobre flujos futuros según el volumen de clientes. Además, la integración profunda con los procesos internos y los elevados costes de cambio crean una resistencia a la sustitución, favoreciendo la retención. Pensemos en proveedores como Okta, FICO o Mitek: ofrecen infraestructura crítica que, una vez implantada, se gestiona como servicio esencial de la empresa cliente.
Riesgos que conviene vigilar
No todo es optimismo. El sector exige inversión continua en I+D para mantener la eficacia frente a nuevas técnicas de fraude y deepfakes; el coste es alto y la ventaja tecnológica puede ser efímera. La competencia procede tanto de grandes proveedores de ciberseguridad como de startups muy especializadas que introducen presión en precios y márgenes. Asimismo, cambios regulatorios imprevistos podrían encarecer el cumplimiento o favorecer soluciones alternativas.
¿Qué catalizadores podrían acelerar el crecimiento? La mayor propagación de tecnologías de IA que generan deepfakes, el endurecimiento de KYC y la transición general hacia experiencias digitales y móviles-first son motores claros. Si la digitalización global continúa, la demanda de verificación avanzará de forma sostenida.
Cómo pensar en inversión
Estas empresas se parecen a los porteros de un club: controlan el acceso y cobran por hacerlo bien. ¿Significa eso que son una apuesta segura? No; cualquier inversión conlleva riesgo. Sin embargo, su combinación de demanda obligatoria, modelos recurrentes y barreras de cambio las convierte en candidatas interesantes para carteras temáticas de largo plazo, siempre que el inversor valore la necesidad de diversificar, controlar la exposición y vigilar la evolución tecnológica y regulatoria.
Para quien quiera profundizar en la idea temática y ver ejemplos de compañías y estrategias, recomiendo revisar el dossier "Los porteros digitales: por qué las acciones de verificación de identidad son la nueva mina de oro de la ciberseguridad" [/digital-identity-gatekeepers].
Advertencia: este texto tiene fines informativos y no constituye asesoramiento personalizado. Las tendencias descritas son condicionales y podrían no materializarse; existen riesgos significativos, incluida la pérdida de capital.